Irisado vivir

Teresa Sarmiento se convierte en artista cuando su personalidad, su forma de entender la vida: acrisola colores con actitud positiva, optimista y libre.

Teresa tiene un sentido luminoso de la vida. Su oficio fluye calidad, estudia las composiciones, elabora el dibujo y libera el color, lo hace explotar con energía, se hace diferente. En sus obras hay tiempo y dedicación, no quiere dejar escapar nada a la conciencia de su mano. Trata toda la superficie del lienzo con demasiada intensidad, su tenaz dibujo le hace resolver en exceso rincones en penumbra que por ausencia de luz carecen de detalle. "La luz la decides tú, la penumbra se sugiere sola y las oscuras sombras reposan huecas".

Ella es un pequeño cofre henchido de energía que entreabierto nos lee su diario escrito con palabras coloreadas.

Sus exposiciones son "orgías cromáticas" donde el color no solo completa y resuelve texturas, casi ejerce "terapia del ánimo", basta observar los circunspectos rostros visitantes, con expresión intelectual, mezcla de interés y gravedad, como al primer vistazo se tornan en leve sonrisa interior, cercana a la parte iridiscente del vivir.

Si hay pinturas negras unidas a tormentosos padeceres, también las habrá luminosas, con la energía vitalista del color.

Teresa se siente a gusto pintando, nos enseña que como la música, la poesía,... la pintura es capaz de elevarnos el ánimo, como una obra romántica nos hace melancólicos o nos angustia un dramático cuadro. Pintará siempre, seguirá liberándose en colores, dosificará su facilidad con el dibujo, se aliará con la materia y dejará cosas de su mano.

Con su última exposición se compromete a seguir mostrándonos su irisada visión existencial, sus colores irradian armonía sin complejos.

Ha roto la incomoda, útil y grave máscara. Sus obras hacen sonreír desde dentro y con los ojos.

Porferrada a jueves, 20 de febrero de 2003

Anselmo F. Ortiz